Callejuelas empedradas mojadas por la lluvia de los días... sin un rumbo determinado, damos vueltas, en el coche, por las calles, observando las pequeñas casas alienadas,juntas, de distintos colores: blanco, gris, naranja, amarillo, marrón...; de diferentes fachadas: unas de piedra, otras de ladrillo, incluso de una especie de mármol...
Este lugar tiene algo mágico y fantástico...
La gente circula de un lado al otro de la ciudad, caminando por las calles sin asfaltar, en coches, autobuses o en bicicletas. ¡Todo el mundo, todo tipo de personas, niños, jóvenes y hasta abueletas pasean con sus bicicletas por las difíciles calles de Brujas! Está tan activa la ciudad: por los agraciados habitantes del pueblo ocupados en sus quehaceres, en sus recados, en su vida cotidiana... Y los turistas, como yo, que paseamos por la plaza central, admirados por la belleza de la ciudad, con cámaras y mapas en las manos... Gastando nuestro dinero en las tiendas souvenir del centro, comprando regalos, recuerdos y postales, que muchas veces, más tarde, al llegar a casa no apreciamos...
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