domingo, 19 de agosto de 2012

Septiembre.

Cuando acaba el verano las cosas siempre cambian. ¿Os habéis dado cuenta? ¿Sabéis de qué estoy hablando? He llegado a la conclusión de que cuando septiembre llega, llega algo nuevo. Acaba el verano, las vacaciones y todo lo que ello conlleva: el sol, la playa, los lugares nuevos, los tesoros escondidos y los rincones descubiertos. Amigos y amigas, risas, carcajadas, tristezas, despedidas, amores de verano, rutina y tiempo. Tiempo que usamos para meditar, reflexionar, para disfrutar de ese momento que estamos viviendo, de ese verano. Pero, sin darnos cuenta, pasan los días, las semanas, los meses. Septiembre. Ves un cambio a lo lejos. Está cambiando. Ha cambiado. Un curso nuevo, una nueva meta, un reto el cual alcanzar. Nuevos amigos, nuevas situaciones, cosas que desencadenarán en nuevas historias que en el futuro recordarás; tragedias, comedias y amores imposibles. Septiembre. Un mes para adaptarse a una nueva vida; un mes para observar las fotos de verano, para echarlo de menos, porque el año ha comenzado y las cosas cambiarán. Digamos que es una manera de evolucionar en la vida. De variar. De madurar. Septiembre. He llegado a la conclusión de que septiembre es un sinónimo de cambio… Y… septiembre se acerca.