miércoles, 16 de mayo de 2012

Pausa.

Y afuera el sol. Y yo aquí dentro, sintiendo que me ahogo. Sentada en la cama desecha. Sábanas blancas que huelen a recuerdos. Vivencias de una noche, o de una mañana, o de una tarde. Mil historias para no dormir, justamente eso, para no dormir, para enredarme en ti, en tus brazos. Y abro la ventana, y siento un escalofrío. Y siento la brisa, que me toca, que me roza, que me envuelve. Y me arde la piel. Y ya no sé ni lo que escribir, porque tan solo siento que esto carece de sentido. Que esto es un ni contigo ni sin ti. Y que ya no puedo más. ¿Y que hacer cuando no puedes ni expresarte, por que no sabes cómo hacerlo? Porque no me salen las palabras, por salirme, no me salen ni las lágrimas. Lágrimas retenidas detrás de cada palabra, cada frase, cada momento que me hace daño. Una punzada más. Un escalofrío, cada vez más frío. Un grito que no llega a ser grito, porque no me sale la voz. Una sonrisa, algo idiota, detrás de cada recuerdo. Y la sensación de ser lo más bipolar existente. ¿Y qué hacer cuando no sé ni lo que quiero? Quererte te quiero, ¿pero crees que es suficiente? Si tengo la sensación de que te has dejado, de que ya no te importo tanto como hace dos días, que simplemente estás por estar, y así no vamos. Y si yo, que no tengo las cosas claras, que por sentir no sé ni lo que siento… ¿Qué hago? Porque si lo único que quiero últimamente es salir huyendo, ¿de verdad te quiero? Y es que el problema es que sé que sí, sé que en el momento en que te deje ir me arrepentiré eternamente. No lo olvides, eternamente. Y aun así querer una pausa. Querer parar. Querer unas vacaciones. Querer probarme a mi misma. Querer probarte a ti… Y romperme, y quebrarme, y temblar, imaginándome contigo, imaginándome sin ti. ¿Y que hacer? Qué hacer cuando ahora simplemente quiero poder decir adiós… Decirte adiós.